Héctor y Pablo nacieron en tierras mendocinas, cuna del vino, y crecieron juntos en el seno de su familia. Su infancia estuvo ligada a un mundo sensorial, con aromas, ingredientes y sabores que, con el tiempo, los llevaron a elegir el mismo camino profesional con el oficio de winemakers. Unidos por los recuerdos y las mismas pasiones, desde el 2002 iniciaron su proyecto como pequeña bodega familiar y se convirtieron ambos en punta de lanza para una nueva generación de enólogos que consolidaron un camino de evolución en la vitivinicultura argentina. Así nacen los vinos de los hermanos Durigutti y así comienza una historia propia, un legado familiar en el lugar que eligieron para vivir y para trabajar dedicadamente cada día.